miércoles, 19 de marzo de 2014

Un vistazo sobre Serge Gainsbourg






Gainsbourg visto por la artista Leticia Gómez Aguado.




He aquí un recorrido femenino que no parece tener fin: Juliette, Petula, Catherine, Jane, Anna, Brigitte, Vanessa, France… Todas ellas muchachas carnales que integraron las palabras que les espetaba Serge y algunas recibieron la seducción por la palabra de un hombre excesivo en rasgos.






Retrato completo.





Porque sus rasgos eran realmente excesivos. Todos, hasta el último incorporado: el cigarrillo Gitanes. Esos ojos que quieren mirarlo todo antes que nadie recuerdan a los de Picasso y Cortázar; la gran nariz inevitablemente judía y unas orejas que él mismo definió como orejas de coliflor en la canción Premiers symptomes, configuran un rostro mítico. Era la boca su rasgo menos sobresaliente visto lo precedente. Lo de Charlotte viene más bien de la madre y el copyright de la boca en francés se lo quedó Jacques Brel. Y Serge para compensar esa boca anclada, se puso a ser bocazas, a provocar y ante todo a seducir.






Y se enamoró de la escultura de Claude Lalanne.





No le bastaba con las mujeres que podía tocar y se puso a componer ideales femeninos. Todo un álbum era necesario para cada una: para contar sus bailes, sus vicios y sus risas. Así Melody y Marilou tuvieron su espacio para su propia historia con Histoire de Melody Nelson y L’homme à tête de chou. Historias inventadas pero muy vívidas. Entre 1971 y 1976 cuando sacó esos dos álbumes la provocación floreció. En Melody todo es más suave, metafórico y figurado. Serge la encuentra en un accidente donde averigua que es pelirroja natural y muere en un accidente de avión. Pero al llegar a Marilou todo se despeña: braguetas, espermatozoides, pequeño orificio, vomitar, pubis, sexo, y la escena donde ella tenía «L'un a son trou d'obus, l'autre a son trou de valle» y lo dejamos así en francés que queda más velado. Marilou muere asesinada a manos de «Serge» con un extintor y por celos. Con Marilou, visto lo visto, Serge hacía honor definitivo a su adhesión vianesca.






Boris Vian y su "guitarra".






La figura de Boris Vian justificaba ampliamente su comportamiento. Había sido el pionero y su maestro en tales lides osadas y libertinas con la palabra. El cancionero del siglo XX francés tiene en ambos la voz alterada y alteradora necesaria. Pero toda revuelta conlleva un choque con lo establecido: las censuras que recibieron Escupiré sobre vuestra tumba y Je t’aime…moi non plus es algo que les aúna.












La voz áspera de Serge Gainsbourg, que no anda a remolque de la melodía sino que es su guía, no es la de los cantantes sino la de los que andan más cerca del pensamiento. Por eso le aíslo a él, aíslo su imagen, me quedo con sus composiciones y vuelvo a esas chicas del principio. Mezclando ese algo naif que tienen ellas con las ideas y ocurrencias de él, nos queda una brillante picardía donde la parada obligatoria final será y es escuchar Sous le soleil exactement de manos de Anna Karina.




[Texto publicado originalmente en el número 12 de Obituario] http://obituariomag.blogspot.com.es/

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