jueves, 29 de marzo de 2012

Anselm Kiefer: Alemania restituyéndose.





Anselm Kiefer.



Reciente descubrimiento de un artista. Descubrimiento tardío por mi parte, no porque sea reciente su incorporación al mundo del arte. Anselm Kiefer se me reveló en el MACBA (Museu d’art contemporani de Barcelona). Allí hasta el 23 de abril se están exponiendo una selección de obras del mismo MACBA y de la Fundación “la Caixa” bajo el título ¡Volumen! Según parece tienen intención de que estas colecciones campen y ocupen en parte del espacio del CCCB (Centre de cultura contemporània de Barcelona) que está junto al MACBA en ese Raval barcelonés que acaba de recibir la incorporación de la nueva filmoteca de Catalunya.




El Raval se autodefine.




La Filmoteca de Catalunya.



Unos con exceso y otros con defecto. Una reflexión no sé si ligera al ver las dos filmotecas de Madrid y Barcelona. Y no tengo ni idea de qué razones hay, de quién tiene la culpa, si se trata de algo a aprovechar para declarar victimismo oficial o son circunstancias superficiales. Lo digo porque a la filmoteca de Madrid llega el primer día de mes  (ni uno antes y si acaso hay una fotocopia adelantando las primeras semanas), la programación; el ya conocido acordeón horizontal. De estos folletos siempre sobran, y sobran muchos. Por si acaso se quedan escasos, afuera, en su corcho, clavan uno de ellos y dentro y fuera hay una serie de pantallas televisivas que ofrecen la programación tan ochenteras, tan convexas ellas que van a llegar a ser vintage, sobre todo por el fondo colorido que se gastan donde van mostrando la programación. En cambio a día 23 de marzo estoy en Barcelona y entro en su filmoteca. Miro, busco y pregunto por un folleto. Se les han acabado y me indican que tengo la web y yo les digo que ya que estoy ahí (y por favor no todo el mundo anda conectado), dónde la puedo ver, esperando encontrar un bonito cartel acristalado o al menos el folleto clavado con chinchetas pero no hay nada, me dicen y me ofrecen una hoja donde se ve parte de la programación y me detengo en ella un rato. Por cortesía les pregunto si me la puedo llevar y me dicen que no, que es la única hoja que les queda. Ahí lo dejé. Y digo yo, ¿no tienen fotocopiadora?, ¿tan adelantados están que el papel lo ignoran?, y ¿los fetichistas que quieren un recuerdo al menos de «yo he estado aquí»? Tal vez sea que ellos están ahorrando más y el problema lo tienen los derrochadores madrileños.




Montsalvat entre brumas y claridad.



El foco estaba en Anselm Kiefer. Y me encontré con una obra suya monumental llamada Montsalvat de principio de los ochenta. Atrás dejé obras novedosas, interesantes, curiosas, con buenas ideas a veces sin una ejecución que les merezca pero la gran obra del alemán fue la que más consiguió captar mi atención. Era sencilla y por otro lado nada evidente. Abstracta y definida. En la distancia la mente rápidamente circula de un paisaje a una mancha; de un paisaje con mar cubierto con una niebla de polvo a un croquis de una ciudad. Provoca caos y tranquilidad mientras tu mente circula a su vez entre sentir y desentrañar una idea, una forma, una intención. De cerca hay concentración de pintura, hilos de lana, pipas y siete cabezas de girasoles ya secos. Siete que no seis por algo será. Y te acercas al título: Montsalvat. El título hace referencia a la montaña donde se dice que está escondido el santo grial, donde se vertió la sangre del redentor del mundo cuando murió en la cruz. Y esto quedaría por Burgos. Y sí, son siete, ese número de múltiples referencias a la perfección de Dios. El siete y el tres en una obra tan simbólica, tan referencial aparecerán a lo largo de su obra en títulos, en trípticos, etc.




Only the wind, time and sound (1997).  Inscripción.
Las referencias a la historia bien sea mítica o real es algo que caracteriza la obra de Anselm Kiefer bien en pintura, escultura o en instalaciones. Alguien lo ha llamado «teatro de la memoria»: los mitos de los nibelungos, de Parsifal (por Monsalvat pasó), de la Segunda Guerra Mundial, o del cristianismo  (Quaternity o Padre, hijo y espíritu santo). La historia, la mitología, la religión y la simbología alemana presentes en una obra que pretende que no caigan en la amnesia. Sus primeras obras fueron unas fotografías que causaron polémica porque se trataba de él mismo de espaldas a la cámara (algo de Friedrich) haciendo el saludo nazi. Más que una filiación era una ironía, una necesidad de desvelar, de partir de una verdad y analizarse y renovarse.  Y a partir de los noventa incluye a tres poetas en lengua alemana, Paul Celan, Ingeborg Bachman y Velimir Khlebnikov dedicándoles series de sus obras. Autores que tratan de utilizar la lengua en contra del olvido y la barbarie; una ironía cuando hay que emplear la lengua alemana para expresar ese pasado infame y parte del escepticismo de que el arte pudiera existir tras el holocausto como afirmó Adorno. Pero el tiempo pasa y el arte se vuelve necesario aunque parta desde la rabia del creador.




Más que una Ofelia.



Son obras muy referenciales y muy simbólicas pero que no quiere mostrarlas desde un púlpito, sino de tú a tú. De ahí la elección de una gran diversidad de materiales sobre todo naturales: plomo, paja, plantas, árboles, ceniza, barro, vidrio, etc. Un arte muy matérico, tanto, que necesita de un gran tamaño para cubrir lo enorme de la naturaleza, su poder. Son elementos orgánicos que representan la naturaleza alejándose en ese punto de su maestro Joseph Beyus cuyos objetos tenían una relación directa con él más que con la propia naturaleza.




"Toda trinidad tiene una sombra" Jung.




Lilith una vez más.





Estos materiales tan poco ortodoxos vinculan el arte con esa búsqueda de la verdad, de lo natural. Materiales cómplices con la realidad igual que sus temas son cómplices de la historia. Las inscripciones en sus obras son también algo constante en frases y nombres donde deja claro la referencia o el homenaje. Pero es una naturaleza manipulada, cansada, gris y ajada que podemos aplicar a sus obras. El gris y el polvo. Esa paleta monocroma en  gris simboliza esa necesidad de contar su historia pero sabiendo que ha quedado malherido todo, que el arte tal vez no pueda ser feliz. El mismo Anselm Kiefer comenta sobre el gris que «es un color o un no-color con el que yo me identifico. La verdad es siempre gris», vinculándose así a de nuevo otro alemán Bertolt Brecht: «Todos los colores me gustan mientras sean grises».  La bruma alemana del siglo XX.




Palm Sunday 2006.
 



Shevirat Ha-Kelim.





Una de sus instalaciones Palmsontag (2006) consiste en una palmera tumbada y a la que rodean  pinturas sobre el Domingo de Ramos: muerte y resurrección, la recreación que él mismo presenta.  Acercándose o alejándose, metafórica o directamente.  En Pieta (2007) ramas y pequeñas flores secas ocultan lo que parece más que un cuerpo, un símbolo religioso o mágico. En un gigante estante de legajos en vez de papel, de plomo y vidrio, otra instalación hace referencia ya en su título (Shevirat Ha-Kelim) a los judíos. Su dolor, persecución y censura: una biblioteca perdida en esos vidrios rotos por el suelo que han salido de su lugar para desaparecer. Una desaparecida biblioteca.






La Victoria de Samotracia.
En la serie Women of antiquity (2002), tal vez la más atractiva, clara y accesible de sus series, realiza una serie de esculturas femeninas sin cabeza y sin brazos. Sólo la representación de su vestuario, un vestuario repetido, pesado, recargado, casi inamovible, hecho de bronce pero con el aspecto delicado del blanco. Anselm Kiefer es como si recolocara el mito de la mujer partiendo de la Victoria de Samotracia, colocando en el lugar de la cabeza objetos que representan a una serie de mujeres a lo largo de la historia que osaron competir con el poder de los hombres y por eso terminaron demonizadas y destruidas: Lilith, Myrtis, Candidia, Hypatia, Circe, etc.






Hypatia.





Melancolia I. Durero.



Circe.




Circe está representada con una jaula donde dentro encontramos unos cerdos en terracota que son  la tripulación de La odisea de Homero. Circe era una diosa y hechicera que transformaba a sus enemigos en animales. Hypatia popularizada últimamente por la película de Alejandro Amenábar, Kiefer la representa con un cubo con las esquinas cortadas, el llamado cubo de la melancolía que Durero representó en un grabado rico en interpretaciones. Ese cubo señala la comprensión incompleta de los humanos. En el renacimiento la creatividad se asociaba a estados melancólicos y aquí está la frustración por no poder alcanzar la perfección, la sabiduría. El final trágico de Hypatia ligada a la biblioteca de Alejandría da cuenta de una mujer peligrosa por sus conocimientos y su sentido de la justicia. Myrtis se presenta con un libro abierto en la cabeza. Fue una poeta griega, otra osada por competir con hombres. Candidia una bruja romana que tejió víboras en su pelo revuelto se representa con una maraña por cabeza que la hace sangrar y mancha el vestido. Otras mujeres como Brunilda o Lilith aparecen en su obra en bastantes ocasiones sobre todo esta última que aparecía en la reciente inmersión del alemán en el mundo operístico con la obra Am Anfang.




El taller del artista.






El artista y la cineasta.




Su trabajo con esos elementos y las grandes dimensiones de sus obras hizo que buscara un lugar de trabajo de grandes dimensiones. También comentaba que necesitaba distanciar obras para que no hubiera contaminaciones. Tanto significado tienen. Ese lugar lo encontró en una antigua fábrica de seda llamada La Ribaute cerca de Aviñón. Hasta hace bien poco trabajó allí. Existe un documental que nos permite ver el espacio y el desarrollo de su trabajo que rodó Sophie Fiennes, uno de los muchos artistas de la familia Fiennes y que se presentó en el Festival de Cannes de 2010. Su título Over your cities grass will grow, de nuevo una referencia a Lilith y al dominio de la naturaleza.  La directora estuvo grabándole dos años antes de que abandonara el lugar para trasladarse a París. Aquí abajo os dejo el enlace directamente a uno de los clips donde se puede ver eso que hemos apuntado: la inmensidad de su obra y el material gris en esa serie de cuadros mayormente trípticos que convierte al artista en un obrero. En Winterwald o Fitzcarraldo ambos del 2010 por ejemplo,  el paisaje  de troncos negros aparece en un segundo nivel  pues antes hay tela y ramas secas. Dos historias que comparten la misma naturaleza yerma en un tríptico en continuidad, una continuidad no forzada porque todo es monocromo, todo se puede repetir al infinito. Es de las escasas ocasiones en que trabajo y resultado conviven en la intención, en la grandiosidad y en la fuerza. Una fuerza que al espectador le llega de inmediato, sumergido primero por la naturaleza de la obra y más tarde por su contenido.



Documental sobre Anselm Kiefer.




Winterwald.




Humbaba.



lunes, 19 de marzo de 2012

Guys and dolls: la vida es una apuesta.

Los chicos con las chicas tienen que estar.




Frank Loesser apareció ya por estos lares cuando revisitamos la canción Baby, It’s cold outside. En 1950 estrenó en Broadway Guys and dolls y cinco años más tarde Samuel Goldwyn la llevó a la gran pantalla. En ella unas canciones desaparecieron y otras se escribieron ex profeso para la película, pero las más interesantes aparecen en ambos lados.




Mankiewicz y Jean Simmons en un falso Times Square.






Jean Simmons embriagada.
Llegué a ella era por la curiosidad de que siendo un musical la dirigiera Joseph L. Mankiewicz. Fue su único musical y aquí dirige y escribe el guión como no podía ser menos viniendo de un guionista. También la aparición de Marlon Brando y Jean Simmons, actores nada musicales y muy dramáticos ellos desconcertaba y tal vez su aparición se debiera a la elección del mismo director. Ambos actores en la pantalla no fueron doblados en los números musicales. Son ellos los que cantan como no le pasó a Audrey Hepburn en My fair lady (George Cukor, 1964).





En el subsuelo de Manhattan vuelan los billetes.
Una película llena de artificio como no podía ser de otro modo, enmarcada circularmente por las calles de Broadway con toda su fauna llena de cines, tretas, ligoteos, engaños y hurtos, y de colorido, pues estamos en la Metro con su león rugiendo que el mismo Samuel Goldwyn aportaba a la fusión en 1924 que daría lugar a la Metro-Goldwyn-Mayer. La Metro era la reina de los musicales, sobre todo teniendo en cuenta el grueso de Vincente Minnelli y Stanley Donen, realmente bajo la batuta de Arthur Freed: Cantando bajo la lluvia, Un día en Nueva York, Un americano en París, Gigi. Añadiendo además Los caballeros las prefieren rubias, West side story, etc.









Guys and dolls se permite en un par de ocasiones ser espectacular en el sentido tradicional cuando vemos a Vivian Blaine en el escenario de su cabaret o en el comienzo y reunión de los jugadores en el subsuelo. Todas estas coreografías se deben al coreógrafo más famoso de Hollywood (junto con Bob Fosse), Michael Kidd, encargado de las coreografías tanto en Broadway como en la película. El resto de piezas musicales son tranquilas, basadas en la fuerza de la canción y en sus intérpretes sobre todo para sostener el equilibrio en la pareja de actores no musicales. Así la canción If I were a bell, la más sencilla de todas, es una pequeña muestra de cómo se puede mantener la atención con los gestos y detalles del actor y la puesta en escena. Esta escena donde se abre con las campanas tocando me llevó a otra película de Jean Simmons donde las campanas también se relacionaban con ella pero por otro motivo más dramático. Esa película, Narciso negro (Black Narcissus, Michael Powell & Emeric Pressburger, 1947) de atmósfera casi de ensueño es valiente y dura y allí aparecía Jean Simmons con diecisiete añitos.









Las otras dos canciones que más escucho sobre todo gracias al CD con la banda sonora que me trajo un amigo en una de esas en las que cruza el charco son Luck be a lady cantada por Marlon Brando, Guys and dolls con Frank Sinatra y Sit down, You’re rockin’ the boat con Stuby Kaye. Esta última tiene lugar en la misión «save a soul», el lugar donde Sarah Johnson (Jean Simmons) intenta redimir a los infieles, a los jugadores y que siempre anda vacío. Sky Masterson (Marlon Brando) que vive apostando consigue llenar la misión con todos los jugadores a través de una apuesta.




1.000 dólares si me dices el color de tu corbata.




El guión tiene buenos diálogos, inteligentes e irónicos que perfilan muy bien a los personajes y ahí está la diferencia con que la dirija Mankiewicz, guionista desde un principio y creador no lo olvidemos de Eva al desnudo (All about Eve, 1950). «Cuando era un crío, era malísimo. Pero he mejorado desde entonces, como demuestran mis antecedentes:  treinta y tres arrestos y ninguna condena» dice uno de los peces gordos en esto de las apuestas. Frank Sinatra interpreta a Nathan Detroit el que organiza las partidas de craps (tiradas de dos dados) mientras le persigue el detective Brannigan  y su eterna prometida a la que lleva posponiendo la boda catorce años. Sky Masterson (Marlon Brando) es el más grande de los jugadores cuya vida es una apuesta constante. Apostó 5.000 pavos a que una gota le ganaba a otra bajando por la ventana y rechazó la penicilina para apostar a que la fiebre le subiría a cuarenta. Ambos son guys, tipos duros y ellas son dolls, muñecas: «Una muñeca es una muñeca. Todas y cada una de ellas» dice Sky. Estamos en un mundo muy compartimentado, lleno de argot y donde los sexos están a años luz uno del otro. La historia gira en torno a esas relaciones entre los dos sexos, cuando este tipo de hombre-jugador va girando en su consideración a las chicas partiendo de que «todas son iguales…solo hay una clase, la sustituible».




Los cuatro en foto de promoción.





Así que se puede disfrutar entrando en ese juego de los cincuenta en la era McCarthy americana, en el terreno del musical de Hollywood, en falsear la realidad, en que todo se puede arreglar con una canción, en que todos visten con colores y son ágiles y rítmicos. Pero en el fondo es un musical en su construcción inteligente, con casi ningún cabo suelto, con todos los personajes muy bien definidos, un musical maduro lleno de canciones inolvidables. Como cierre y por no alejarnos mucho del perfil masculino de la película, terminamos con la interpretación de Guys and dolls por parte del Rat Pack: Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr. Palabras mayores.








martes, 13 de marzo de 2012

El origen del mundo en varios vistazos.



En las últimas semanas el origen del mundo tal cual lo pintó Courbet se me ha ido apareciendo, frontalmente se entiende. Y mientras, estas apariciones rodeaban una fecha muy reivindicativa de las portadoras: el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer incluyendo para más inri la polémica surgida a nivel lingüístico pero extendida más allá sobre el sexismo lingüístico que fomenta la invisibilidad de las mujeres. La vida es un claro ejemplo de efecto dominó (por cierto muy buena película [The trigger effect , David Koepp, 1996], al menos en el momento en que se estrenó). En la sala de cine encontré las imágenes directas. En la película Declaración de guerra (La guerre est déclarée, Valérie Donzelli, 2011), una obra vivaz, con ritmo y sensata tocando el cáncer infantil,  aparecía el cuadro de Courbet para fomentar el ritmo, para avanzar en la trama. La pareja protagonista da por terminado su alegre noviazgo ante el cuadro en el museo de Orsay. Lo miran, se miran y ya ha nacido su hijo. Economía que parece muy obvia pero queda tan bien.









Y ante todo y sobre todo sobrevolaba entero L’Envahisseur (2011) el primer largo de Nicolas Provost. Todo muy francófono por cierto. Allí la cámara prácticamente surgía de dentro de la mujer y mediante un  travelling nos alejábamos y la muchacha nos seguía toda desnuda. El vídeo de aquí arriba no empieza donde realmente empieza, para guardar cierto pudor y revelarse en su totalidad en las salas bien sean de cine u hogareñas. Esta es la bienvenida que se le da a un inmigrante. A su alcance está todo aparentemente y nos encontramos con una historia y una película de las más sorprendentes que me he encontrado últimamente, que no sale de mi cabeza, que se presta a mucha interpretación y que bajo una historia y textura de cine social aparece una pátina de ciencia ficción totalmente real. Ya aclararemos esto en otro momento porque merece la pena detenerse más en esta película. El de la apertura de la película no es el único sexo de mujer que aparece. Al mismo tiempo sutil y descarado, el sexo de la mujer aparece como una mezcla de victimismo y portadora de poder muy interesante. Y que conste que la película no es para nada pornográfica.




Así se presenta Courbet (1843).



Y todo esto me llevó a recordar dos obras enormes en su significado artístico, en su romper esquemas, en violentar miradas y que están completamente ligadas. Una es evidentemente El origen del mundo, obra de Gustave Courbet de 1866, y la otra de un siglo más tarde, de Marcel Duchamp, Étant donnés. En ambas el sexo femenino está abierto al espectador, uno velludo y otro rasurado. El primero, al óleo expuesto a la mirada directa, el segundo como una instalación oculta. Por la exposición directa y por la época, la primera tuvo su polémica. No eran tiempos para ser tan osados. Un realismo tan descarnado, de tan descarada presencia no era bien recibido entonces.  El primer plano del pubis femenino estuvo escondido y deslocalizado un tiempo hasta que finalmente se expuso donde hoy está en el Museo de Orsay en 1995. En 1981 se convirtió en propiedad del estado y se expuso por primera vez en Nueva York en 1988. El objetivo de escandalizar era uno de los que guiaban al pintor francés y hasta el día de hoy lo logra conseguir ya que hace poco una página de un usuario de facebook fue cerrada por haber reproducido este cuadro. El desnudo es el ejemplo más objetivo de censura, no hay más que pasear a lo largo de la historia del arte y veremos el nulo pudor en los griegos hasta llegar al pecado de la carne, ese que el Concilio de Trento obligó a ocultar. Si una cosa hubo que aprendí en el instituto a raíz de El juicio final de Miguel Ángel fue el término braghettone. Así se le llamó al encargado de ocultar las partes íntimas de la famosa pintura de Miguel Ángel y así continuamos a través de pelos, manos y hojas de parra sostenidas sospechosamente sobre los genitales. Courbet no solo no tapó sino que evidenció de tal manera el sexo femenino que supuso un salto mortal.




Todo lo real que se pueda.




Mauppassant decía que Courbet aplicaba la pintura al lienzo mediante un cuchillo de cocina. Tomémoslo como verdad porque la imagen agresiva del pintor luchando por lograr su objetivo artístico de tal modo resulta fascinante. Y dice mucho del carácter y la pintura del que trabaja así. La semana pasada estuve en el Prado y allí separados por escasas salas andaban dos pintores reproduciendo dos obras. Y me resultó curioso. Uno pintaba con el pincel y la paleta y andaba muy pulcro él, formalmente vestido dentro de la comodidad necesaria y estaba pintando un cuadro de Murillo; El buen pastor con niño incluido. El otro pintor pintaba con pincel pero su paleta era su propia mano donde cogía y mezclaba los colores. Andaba vestido más informalmente y el pelo curiosamente más revuelto ¿y qué estaba copiando? Pues el Cristo crucificado de Velázquez. Cuadraban bastante aspecto y modos de pintar con el respectivo cuadro, aunque el paso siguiente de lo que estos copistas hacían es el contacto con el cuadro y usar un cuchillo de cocina ya dice mucho de la paleta y modos del arrogante pintor francés. Porque las formas son también información o como afirmó Victor Hugo «La forma no es sino el fondo que remonta a la superficie».




Un Courbet grupal.




Un recuerdo familiar.




Errando un poco porque por algo nos llamamos así, me he topado con otro cuadro del señor Courbet,  El entierro de Ornans  (1850) y recuerdo otro que para mí es primero porque lo vi de niña y está ligado al recuerdo de mi abuelo. Y puedo entender que tuviera ese cuadro a la vista, por ser  mi abuelo de Málaga y republicano y herido en la guerra civil. Se trata de El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga de Antonio Gisbert (1888) que narra, pues se trata de una pintura de historia, un suceso de 1831. Fueron fusilados entonces sesenta liberales sin juicio alguno, cortando así un pronunciamiento previsto contra el monarca, porque España entonces estaba imbuida por el absolutismo de Fernando VII tras destrozar el Trieno Liberal y despreciar la Constitución de Cádiz de la que este año se celebra el bicentenario. Esta obra símbolo de las libertades cercenadas estaba a mi vista cuando visitaba el lugar de trabajo de mi padre donde mi abuelo ayudaba. Era una pequeña reproducción comparada con la magnitud del cuadro.




Lo que nos es dado.



Y hasta aquí el errar. Volvamos a la obra de Duchamp. El belga estuvo trabajando los últimos veinte años de su vida (1946-1966) en una obra que se montó y exhibió póstumamente. Hoy permanece allí donde se instaló en el Philadelphia Museum of Art. Étant donnés es el precedente de las actuales instalaciones artísticas. El espectador no se encuentra con la vagina así sin más como en el caso de Courbet. Aquí el punto fundamental es la mirada. También es en la otra evidentemente pero aquí  con ella la obra cobra sentido.




Serás un voyeur.




El espectador se encuentra con una gran puerta de madera donde hay dos agujeros. Uno tiene que querer mirar y centrarse en lo que mira. La mirada no es inocente y lo que se ve es de nuevo el cuerpo de una mujer desnuda partiendo de su sexo dispuesto y expuesto. Para llegar a esa imagen tras la puerta de madera hay una sala oscura que termina en una pared de ladrillo donde hay un agujero más grande de ahí ese contorno. Hemos superado dos obstáculos, dos materiales y como un secreto se nos descubre el desnudo femenino sobre la maleza. Tanto en la obra de Courbet como en la de Duchamp, el cuerpo de la mujer aparece cercenado. No hay piernas, no hay brazos y no hay rostro sobre todo. La mirada está dirigida y no hay distracción. Duchamp realizó muchos bocetos y moldes de las distintas partes del cuerpo que vemos a partir primero de una amante brasileña y después de su mujer,  para presentarnos un cuerpo echado sobre la maleza y que sujeta en su mano una pequeña lámpara de gas a modo de una nueva estatua de la libertad totalmente desnuda y violada (con la mirada). Al fondo una cascada en un paisaje natural. Bajo el cuerpo y la maleza, el suelo a cuadros blanco y negro, haciendo referencia al ajedrez que tanto gustó  al artista belga.




Plano de la obra.






La instalación revelada.




La responsabilidad de la mirada es mayor en esta última obra. Hay más riqueza por el proceso, por la construcción, por la sensación de ser un voyeur.  Evidentemente es una obra clave por su formato y sus lecturas.  La mujer desnuda en plena naturaleza con el agua corriendo, símbolo de las emociones, de la vida y una llama como si convirtiera la pose de una mujer indefensa en la ironía de alguien que controla su cuerpo como quiere y donde quiere. Ella te ha llevado allí, ella no tiene ningún problema por estar donde está y como está. Y devuelve la responsabilidad al público. ¿Este se sentirá violentado ya que ella no? Y sobre todo, algo que aunque en este par de obras ya está superado vuelve una y otra vez: ¿Hasta qué punto es obscenidad y hasta qué punto arte? ¿Es pertinente la pregunta anterior? ¿A día de hoy qué nos provocan ambas obras?

martes, 6 de marzo de 2012

Dory Previn: compositora y cantante.









Era Barcelona y estaba la primavera. Así de alterada estaba la situación por aquel entonces, un par de años atrás. En las bibliotecas de allá te dejan sacar treinta documentos entre ellos nueve CD. Y  volver a Madrid con tres eran tres las hijas del rey supuso una adaptación. Pues en uno de esos packs me llevé al barrio de Gràcia el álbum Let’s Get Out of this country (2006) de Camera Obscura. De este grupo lleno de un pop melancólico, la canción más conocida y justamente de este álbum es Lloyd, I’m ready to be heartbroken, canción  que me encantaba. Era un tributo también, como la canción que nos ocupa, a Lloyd Cole, cantante y compositor inglés. Pues esa otra canción/tributo era y es Dory Previn dedicada a la también cantante y compositora norteamericana.




Dory Previn muy suelta.





Entonces me puse a investigar por curiosidad si era un nombre inventado por el grupo representativo de algo o si hacían referencias a alguien con lo que me gusta  a mí una referencia. Y tanto Camera Obscura como Dory Previn proponen una música multi-referencial y melancólica. Me puse a investigar musical y personalmente a esta mujer que no conocía, metida de lleno en un culebrón del que se sacaban tantos hilos: André Previn, Mia Farrow, Woody Allen…









Allí quedó pero en estos últimos meses he estado escuchando una y otra vez un grupo de canciones con ritmo claro, como animoso pero en el fondo tranquilo que se amoldaban a una situación particular y personal. Una de esas canciones era Yada, yada la scala de Dory Previn. En el fondo intuía en esa voz un ánimo realista y al mismo tiempo iluso que acoplé. Hoy, de casualidad descubro que hace un par de semanas, el 14 de febrero murió con 86 años. Así que tengo que recordarla.




Mythical kings and iguanas donde se encuentra  Yada yada la scala.



Que me interesara musicalmente, entraba dentro de mis preceptos por tener un mucho de folk, pero sobre todo porque se trataba de una música confesional. Una artista que filtra y vuelca en su obra sus vivencias. Dory Previn nacida Langan conoció a su marido André Previn, el poco después famoso director de orquesta, en 1958. Juntos trabajaban componiendo canciones. Dory tenía pánico a volar y en esas giras de músico, estando en Londres pues coincidió el marido con una jovencita Mia Farrow y ya sabemos lo poco que debemos fiarnos de la figura débil, pálida y rubia de la actriz. La muchacha se quedó embarazada (a partir de ahí le cogió gusto a eso de la maternidad) y André abandonó a Dory. Como un inciso y curiosidad y formando parte del culebrón resulta que Soon-Yi, causa de la separación de Mia Farrow de Woody Allen y pareja de este último es hija adoptiva de Mia Farrow y André Previn. Paremos el cotilleo de este lado y volvamos a Dory Previn.








La compositora y cantante que fue nominada al Oscar en tres ocasiones, por esta situación tuvo una crisis nerviosa y estuvo en un hospital psiquiátrico. La suerte que tienen los artistas es que pueden salvarse, resurgir de sus cenizas a través de su creatividad. Estas obras, auténticas revelaciones en carne viva tienen un plus de conectividad emocional, llámense Mark Oliver Everett, Anne Sexton o Dory Previn. El primer álbum de Dory tras su crisis fue On my way to where (1970), un álbum catártico y de búsqueda donde encontramos una canción, Beware of Young girls dedicada a Mia Farrow donde advierte del peligro de las jovencitas. Una catarsis artística evidente si vemos el título de una de sus biografías Bogtrotter: An Autobiography with lyrics (1980).



On my way to where (1970): aprovechando lo vivido.



Este es un primer asomo a esta mujer que si bien presenta una música llena de tristeza y melancolía supone un ejemplo valioso de caminar con el valor de mirar atrás, reconocer lo vivido, integrarlo, filtrarlo y rehacerse porque estamos aquí para rehacernos una y otra vez suceda lo que nos suceda.  A mí me ha servido así que indaguen, indaguen y escuchen más canciones de esta artista. Por ejemplo un álbum curioso, Mary C. Brown and the Hollywood Sign (1972), un álbum temático sobre una actriz de Hollywood (Peg Entwistle) que en 1932 se suicidó lanzándose desde la letra H cuando entonces en la montaña rezaba Hollywoodland. El sueño termina en un momento u otro. Se trata de desarmar el sueño, noquearse y responder. Unos responden lanzándose a la vida con el riesgo que supone y otros lanzándose literalmente de la vida.