martes, 20 de diciembre de 2011

La Lupe: un animal musical.










Al mismo tiempo que descubría a Almodóvar también descubría a La Lupe (1939-1992). Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) cerraba su peripecia con esta canción. El marco musical es casi perfecto en las películas del director pero aquí encuadra perfectamente la trama; entra directa y sale con la cabeza bien alta con canciones de asunción y de tirar para adelante. Soy infeliz de Lola Beltrán abría la película y también formaba parte de uno de esos grandes momentos de su cine, donde la gran Kiti Manver (Paulina Morales) tras ser golpeada por el disco maldecía a la Pepa: «Esta no sabe quién soy yo.  Mira Pepa, te voy a meter un puro por lo de los tres chiítas que te vas a cagar. ¡Iváaaan!». Mítico.




La Lupe: el que canta su mal espanta.



Pero lleguemos al final pues ahí están en la terraza, sentadas Pepa y Marisa (Carmen Maura y Rossy de Palma), esta última recién desvirgada en sueños. Al fondo, Madrid anochecida y La Lupe que nos canta Puro teatro. Una voz fuerte, decidida, curiosa, juguetona, agresiva. Una canción de despecho. Cuántas veces la habré cantado en mi cabeza y fuera de ella. Mi parte favorita es la medio cantada, medio declarada que dice una gran verdad, lo del punto de vista:


«Y acuérdate que según tu punto de vista  
  Yo soy la mala. ¡Ay!»








Hace como diez años El País como promoción ofrecía discos de música latina y en uno de esos días (supongo que fines de semana) compré el CD de La Lupe. Lo que allí había era oro puro. Todas las canciones incluso las versiones que hacía eran genuinas, únicas, vibrantes.  Y bueno, lo del inglés es alucinante con Fever y Yesterday a la cabeza.  Si tú no vienes, Pa’lante y pa’tras, Porque así tenía que ser, La lloradora… son muchísimas. «Un animal musical» como la definió Sartre que se quitaba la ropa y los zapatos en el escenario, que se tiraba del pelo, se golpeaba el pecho, golpeaba a sus músicos porque era puro nervio. La moral de la revolución no aceptaba tremenda mujer así que se convirtió en exiliada cubana en Nueva York y allí triunfó. El Village voice la definía como «Janis Joplin, Aretha Franklin, Edith Piaf en una sola mujer más un toque de locura».



La Lupe es buena para fiestas, para momentos de bajón, para animar a cualquiera porque son canciones de afirmación, de ponerse el mundo por montera, de lanzarte a hacer las cosas como tú las quieras hacer. Y me parece que es el momento de lanzarse con eso de los cambios, deseos, propósitos de enmienda y tirar lo viejo lejos. Os dejo con La Lupe para que el 2012 no sea un círculo vicioso sino una rampa ascendente de baldosas amarillas.


 «Yo quiero mientras me quieren.      
   Y si me olvidan, olvido.                                                                
   Que yo no tengo la culpa…yi yi yi,                                                    
   de ser como siempre he sido».


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