sábado, 5 de noviembre de 2011

Un libro con muchos hilos que agarrar...por Estrella de Diego



Ensayo de Estrella.




Hay lecturas que te derivan a otras muchas sin necesidad de indagar. Es lo bueno de los ensayos, que sabes, que si te interesa el tema de partida encontrarás cientos de cabos sueltos a los que agarrarte y disfrutar. Yo tengo a la escritora de cabecera que me los suministra y que además hace un análisis partidista (por qué si no hablar en primera persona), certero, apasionado, partidista y enriquecedor: Susan Sontag. Lo bueno de todo esto es que me quedan muchas cosas por leer de ella así que aún me puedo frotar las manos.


Pero ahora mismito el libro del que voy a hablar es de otra mujer ensayista;  Estrella de Diego. Se trata de No soy yo. Autobiografía, performance y los nuevos espectadores.  Justo hace un año, re-renaciendo de algunas cenizas me apunté a un curso de iniciación al arte contemporáneo en la Fundación Mapfre que se llamaba «12 lecciones sobre el arte norteamericano». Evidentemente unas lecciones eran más prescindibles que otras (porque no llueve siempre a gusto de todos) pero todas las conferencias me sirvieron de mucho sobre todo por lo de encontrar cabos sueltos que enlazar con otros sueltos cabos. Allí estaban Francisco Calvo Serraller, Simón Marchán Fiz, Linda Ferber y muchos otros recién conocidos o de «repaso». También estaba Estrella de Diego que tanto por el nombre, como por la afabilidad del rostro, como por su voz me atrapó. La voz sí, pero sobre todo el tono, el ritmo. El título de la conferencia ya prometía: «Contaminaciones, reflejos y subversiones: el sincretismo en el arte americano». Exactamente no puedo reproducir qué dijo  y ahora no es momento de ir a las notas guardadas. El camino que seguimos tiene que llegar al libro.


Así que cuatro o cinco meses más tarde Estrella fue a la Casa encendida a presentar el  libro que antes he citado. No tenía mucha idea de qué trataba realmente, sólo sabía que quería escucharla de nuevo y que me lanzara algunos cabos. Allí la rodeaban el director de la Casa encendida y la escritora Soledad Puértolas y los dos no le iban a la zaga a Estrella por el tono de voz ni por lo que decían. Lo recuerdo todo muy cálido. Podría ser que tuvieran y tengan muchas tablas o (seamos buenos), que también sean buenos en ciertas cosas. Al final de la presentación estaba claro que el libro me interesaba. Así que se compró y se firmó con una dedicatoria que puso a todo el que se acercaba pero eso no quita para desearlo propio: «Para Ana, que espero que sea ella». He de confesar que esperaba tanto, tanto, que se adscribiera a lo que necesitaba que un poco sí me traicionó el libro al leerlo la semana siguiente. Supongo que por esperar a Susan Sontag, pero es que hacer esas comparaciones no tiene cabida. También es verdad que releyéndolo ahora gana más. Fue una lectura más rápida de lo normal por búsqueda obsesiva. Y volviendo a ojearlo veo que me suministró muchas cosas.



Hans Bellmer, Unica Zürn y la muñeca.



En el libro se intenta descubrir todas las formas en que el artista y el espectador se desvelan en una obra de arte sobre todo en esos momentos de verdadero vuelco de uno sobre la obra. El juego con la autobiografía, con mostrarse en carne viva, con ocultarse, con filtrarse… ¿Quiénes somos cuando nos narramos? Porque toda verdad es relativa, porque la verdad está sujeta a muchas convenciones, hay que ir más allá de la pura representación porque «escribir la propia autobiografía implica colocarse en un inevitable espacio narrativo, dividirse en dos, mirarse desde fuera».


El juego con la autobiografía me descubrió Estrella que tenía varios ejemplos y me derivó a múltiples lecturas e imágenes que ya he cubierto y otras que me quedan por seguirle la pista.  

En primer lugar, me llevó a la obra de Gertrude Stein La autobiografía de Alice B. Toklas (1933) de la que ya se habló por estos lares, donde Gertrude Stein escribe su propia biografía a través de la persona de Alice B. Toklas que no es un seudónimo sino una persona existente pues era su pareja y secretaria. Estrella cita otro libro de la escritora, Autobiografía de todo el mundo (1937) que define como antiautobiografía porque escribe con su propia voz pero  detrás de la máscara de la representación del americano medio. Estrella la define como «un libro sobre el fracaso» y aunque parezca extraño esa definición es muy seductora.



 Robert Walser finalmente descansó el  día de Navidad.



Me llevó también hacia El libro del desasosiego (1913-1935), el  trabajo autobiográfico por excelencia de Fernando Pessoa aunque usara su heterónimo Soares. Me recordó de nuevo a Robert Walser relacionándolo con el término flâneur que tanto me servía para redefinir a muchos personajes de Chantal Akerman pero que ya me había descubierto un amigo en una conversación de media tarde. Y a raíz de eso del flâneur llegué a Paseos con Robert Walser (2000) de Carl Seeling. Otro libro lleno de cosas, de reflexiones, de literatura y de vida.



Althusser pinta su biografía.



Busqué y encontré (en las bibliotecas, esas grandes aliadas) El porvenir es largo (1992) de Althusser, una sorprendente y curiosa biografía del filósofo, una verdadera restauración del sujeto. Althusser comienza relatando cómo mató a su esposa y al no ser juzgado sino internado no pudo contar, intentar explicar o entender  lo que pasó y repasamos con él su vida, no como forma de excusa sino como manera de recolocar todas las piezas de un puzle y entender porqué esa vez el masaje en el cuello de su mujer derivó a otra cosa. Libro inquietante aunque muy humano.



Maneras de morir.
En cuanto a fotografía me recordó a Paul Nougé y  a Francesca Woodman, me descubrió a Marcel Marien y a las imágenes de Mishima Imágenes de la muerte de su premeditado y estudiado suicidio. Son unas instantáneas preparatorias para lo que iba a ser su suicidio, en las que se retrata ensayando  las poses de muerte más variadas y teatrales incluida el harakiri que tardó en llevar a cabo más de un año, el 25 de noviembre de 1970. Y tengo pendiente su obra Música (1972), aunque Confesiones de una máscara (1948) la empecé y no la terminé admitiendo.



Todos somos más de uno.


Además me llevó a un análisis de Las dos fridas (1939) de Frida Kahlo y como si hubiera desencantado algo que estaba oculto empezó a aparecerse ante mí en diversos lugares como en un bar en Huertas en el que nunca había estado y al que entré con una amiga. Lugar con mármol, madera, techos altos que guardaba una historia mucho mejor que la que contiene actualmente. Y allí estaba el cuadro, grande, en las alturas diciéndote que todos somos dos, verdaderos y a corazón abierto.











Aparecen y reaparecen la Lola Montes (1955)de Max Ophüls (obligación de verla), Walter Benjamin (que ya Susan Sontag se encarga bastante de reivindicarlo), curiosidades como La Ribot en una ráfaga comparativa con Duchamp y su Etant donnés (lo último que hizo) , comenta a Maya Deren y su Meshes of the afternoon (1943).  En el cortometraje la protagonista sueña que se suicida y, como despertar de un sueño no es garantía de nada, en la vigila termina por suicidarse también.  Echarle un vistazo aquí arriba. Merece la pena descubrirla.


Me ha abierto la curiosidad de conocer cosas de la artista francesa Sophie Calle sobre todo con su obra El detective de 1981. Parece ser que Paul Auster en su novela Leviatán inspira el personaje de Maria Turner en ella. Leviatán, el primer libro de Paul Auster que me leí, un verano y del que no recuerdo nada de nada.


Lo que me queda: Tres tristes trópicos de Lévi-Strauss, Música de Mishima,  investigar al fotógrafo Claude Cahun, la película alemana Freak Orlando de la alemana Ulrike Ottinger que pretende ser un híbrido de las dos obras a las que hace referencia: Orlando la novela de Virginia Woolf y la película Freaks de Tod Browning, etc., etc., etc… Porque obras como la de Estrella de Diego te da a entender muchas cosas, te abre un poco al mundo y te deriva a infinidad de temas en un constante atar cabos.



Nota 1: El 21 noviembre a las 19:30 Estrella de Diego dará una conferencia en la fundación Carlos de Amberes “Simbolistas en España: la influencia de Maeterlinck y los belgas”. Situación: Calle Claudio Coello, 99. Metro Núñez de Balboa o Juan Bravo.

Nota 2: En abril de este año 2011, el consejo de ministros de España le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

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